Breve historia del tenis

El tenis, es un deporte que atrae a millones de aficionados en el mundo entero y que tiene una historia más antigua de lo que muchos creen.

Los inicios del tenis como lo conocemos actualmente se remontan a finales del siglo pasado, cuando un oficial del ejército británico que había prestado sus servicios en la India, reglamentó e instauró como deporte de competencia un pasatiempo que sólo practicaban en sus residencias campestres unos cuantos habitantes del Reino Unido.
El mayor Walter Clopton Wingfield, como se llamaba el oficial, estuvo muy acertado en la reglamentación de su invento, pues las normas que concibió aún subsisten en su mayoría. En lo que sí se equivocó fue en el nombre que le asignó: Sphiristike, un nombre que ni siquiera tuvo aceptación entre los flemáticos ingleses. El rígido oficial tuvo que cambiar el nombre del deporte por "lawn tennis", que luego pasó a ser simplemente "tennis".

Pero si los ingleses pueden reclamar la paternidad del tenis moderno, son muchos los países que se disputan el honor de haber sido los antecesores de este deporte a lo largo de 4500 años de historia.


En efecto, el tenis, o al menos versiones similares, ya se practicaban desde la época de los antiguos egipcios. En una excavación realizada no hace mucho tiempo, en la tumba del Faraón Khnoum Hotep que reinó 2500 años antes de Cristo, se encontraron unos dibujos en los que se apreciaban unos personajes con paletas de madera y pelotas de cuero. Posteriormente los griegos y los romanos practicaron un juego semejante que fue evolucionando y tomando diferentes nombres como Fainida, Seneca o Rahat para los árabes.

En la Edad Media, juglares y trovadores se despojaban de dagas, laúdes, vihuelas y las cambiaban por primitivas paletas y pelotas en sus ratos de ocio en apasionados duelos deportivos ante la asombrada mirada de los habitantes de las ciudades y aldeas que recorrían.

La gente del común le fue tomando gusto a este nuevo deporte y muy pronto su popularidad se extendió.

Pero como no hay dicha que dure cien años, pronto los poderosos se adueñaron de la diversión de los pobres y la llevaron a sus palacios.